Recientemente acudí a ver un espectáculo de cuentacuentos en el pub "Shotter". El tema era "Cuentacuentos de la mujer", del grupo SMALL CLOWNS. La narradora, Joana.
El local estuvo repleto, y la acogida fue bastante buena. La dulce y cálida voz de JOANA tiñó la atmósfera espesa y gris, de colores vivos y acogedores. Su voz tiene la cualidad de transportar a un pasado añorado, a pesar de no haberlo vivido jamás.
A mí, particularmente, me arropó desde el primer momento.
La HISTORIA, de interés creciente, jugó con sensaciones, con cambios de registro y con varios apoyos, que la dinamizaron y reactivaban la atención cuando a veces decaía (cosa esperable, puesto que la escucha pasiva de un monólogo serio conlleva cierta dificultad). Esos "trucos" o estrategias, son muestra del "oficio" de los autores, que conocen al auditorio y saben jugar perfectamente sus cartas.
Eso sí, el grueso de la NARRACIÓN, llevado a cabo por la actriz Joana, pecó en ocasiones de falta de inflexiones y de poca vivacidad, pese a que base hay de sobra.
Fue un ESTRENO. Y como tal, supongo que sufrirá revisiones y se pulirán aquellas aristas que corten el ritmo de la historia.
Personalmente, me divirtió el espectáculo. Y el MENSAJE, que no por ser comercial pierde su dureza, vale la pena ser oído.
A pesar de que pueda parecerlo, el acto de contar una historia no es tan sencillo. Todos hemos participado en conversaciones divertidas, donde se narran anécdotas sin parar, donde se pasa de un tema a otro, de manera tan suavemente hilvanada que parece trenzada por un maestro de la construcción verbal. Todos nos hemos quedado embobados en más de una ocasión al escuchar a un compañero o un amigo contar alguna de sus experiencias o sus ideas. Todos hemos disfrutado de la magia que desprenden las palabras.
Pero el CUENTACUENTOS, cuentista o cuentero, hace de esta habilidad su profesión, y la dota de ropajes artísticos, empleando las armas propias de su disciplina y ejecutando con profesionalidad el objetivo propuesto.
Pienso que, a diferencia de estos maravillosos conversadores de los que he hablado antes, el cuentacuentos auténtico no narra una historia que atrapa al oyente, por sus golpes, su humor o su ingenio, sino que es él mismo el que subyuga al que lo escucha, con el completo dominio de la PALABRA y del efecto que ésta puede llegar a tener sobre las personas.
Conoce los delicados matices y el PODER que encierran expresiones como "sombrío", que no es igual que "oscuro"; "amanecer", que no es lo mismo que "día"; "susurro", que es diferente a "bajito".
Siempre admiraré a aquellos elegidos que manejan con soltura el ARTE de evocar sensaciones, de despertar sentimientos, de conmover y divertir, con el apoyo casi exclusivo de la palabra y del propio cuerpo.
Mi reconocimiento a todos ellos.
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