Ayer fue el turno de la DIRECCIÓN.
Fue una clase, como siempre, interesante. Hablamos de ciertos aspectos de dirección, siendo mi área preferida la de la dirección de actores.
Será porque aún no me he encontrado a un director que de verdad me cautive o porque siendo ACTOR (bueno, ejem, es algo pretencioso usar ese término par mí, pero como es mi blog, escribo lo que me da la gana), puedo aportar el otro punto de vista.
El caso es que he aprendido, a lo largo del corto espacio de tiempo que llevo en esto (toma oxímoron), que no es igual ser un buen director de escena que ser un buen director de personas.
Y ambos aspectos me parecen fundamentales para llevar a buen puerto el barco que se nos confía.
Directores de escena, o de actores, he conocido algunos ya. Unos mejores, otros peores. Pero me he intentado "aprovechar" en lo posible de su experiencia o de su visión y, en general, me alegro mucho de haber trabajado con todos.
Pero directores de PERSONAS (no olvidemos, niños y niñas, que los actores también son personas, ¿o acaso no sangran cuando se les pincha?, ¿no lloran cuando sufren?... bueno, también si la escena lo requiere, cuando no sufren, pero ese no es el caso)... esa es otra historia.
En este sentido, me gustó mucho la REFLEXIÓN que hizo el profesor del taller, Eduardo, al mencionar que al actor se le debe cuidar no por su estatus o por temas de ego (cuestiones estas que me la traen floja, ya que no considero ni por asomo que la labor del actor sea más importante o "especial" que la del maquinista, el técnico de sonido, el diseñador...), sino porque en ocasiones debe escarbar en lo más profundo de sí mismo, buceando en el mundo de las sensaciones y emociones, para sacarlas a flote, al tiempo que lucha para controlarlas. Esta tarea, que no es fácil, lo deja expuesto, vulnerable. De ahí que se deba mantener un trato HUMANO, y cercano, hacia esta persona, que no está sólo trabajando, sino "trabajándose" a sí misma.
NO IGUALO profesionalidad a rigidez, ni seriedad a sequedad, no igualo directriz a coacción, ni decisión a imposición, ni exigencia a intolerancia.
No igualo director de actores a director de personas.
Y punto.
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