El jueves por la tarde, comencé mi segundo año en el LABORATORIO TEATRAL, de la Universidad Popular de Jaén.
La sesión preliminar marcó un poco lo que va a ser este año. Las líneas de actuación y las pautas a seguir.
Estoy en el grupo de los veteranos, pero no me siento como tal. Siempre que me encuentro ante una persona como Miguel Karames, el profesor, en toda la extensión del término, me veo a mí mismo como un pequeño ratoncillo, asustado, escondido bajo los faldones de la mesa camilla, contemplando la alargada sombra del artista, soñando con llegar a ser al menos el reflejo de dicha sombra.
No se trata de hacerle la pelota a nadie, ya que no tengo ni años ni voluntad para hacerlo. Prefiero quedarme callado. Pero en este caso, no se trata de halagos vacíos. Miguel fue la razón de que me apuntara al taller el año pasado, y de que, pese a recelos iniciales, fruto de la falta de tiempo, también lo haya hecho un segundo año.
Creo q puedo aprender mucho todavía. De él y del resto de compañeros, algunos de ellos con enormes capacidades para el drama, otros, con una energía brutal, todos, que me demuestran que con sacrificio e ilusión, la MAGIA puede existir en las circunstancias más adversas.
Sí, estoy de un dulce que empalaga, soy consciente, pero vengo de mi primera clase de otro taller, el de Cine y Creación Audiovisual, en la Biblioteca Municipal, y anoche trabajé de clown después de cierto tiempo sin hacerlo.
HOY, todo parece más bonito.
Mañana, Dios dirá.
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